Los conocimientos relativos a la automoción son vastos y precisos. Todos sabemos, más o menos, cuándo surgió según qué motor o según qué pieza. Pero hay algunos elementos que tenemos olvidados al parecer que carecen de importancia. ¿Qué harías si no tuvieras limpiaparabrisas? Hoy hablamos en nuestro blog de la historia de este tan importante y olvidado elemento de nuestro vehículo.

Se dice que el invento del limpiaparabrisas fue concebido simultáneamente por tres personas en 1903: Mary Anderson, Robert Douglas y John Apjohn. Sin embargo, el diseño de Anderson fue el más efectivo y popular entre los fabricantes de la época. La patente de este sistema, identificada como número 743.80, fue otorgada por la Oficina de Patentes de los Estados Unidos el 10 de noviembre de 1903.

El dispositivo operaba mediante una palanca que se activaba manualmente desde el interior del vehículo, moviendo el brazo del limpiaparabrisas hacia adelante y hacia atrás mediante un resorte, con un contrapeso que garantizaba el contacto con el cristal. Después de su trayectoria por la ventana, un resorte devolvía automáticamente el brazo a su posición inicial, asegurando la limpieza efectiva de la nieve, el agua, el granizo y otras suciedades como el barro y el polvo, sin comprometer la visibilidad del conductor o los pasajeros.

Además, el limpiaparabrisas se retiraba del cristal cuando no era necesario. A pesar de su simplicidad y elegancia, el invento de la mujer fue ignorado y recibió burlas y críticas de la industria, que llegó a considerar el limpiaparabrisas como una distracción peligrosa para el conductor, a diferencia de sus competidores Douglas y Apjohn.

Pero en 1913 todos los vehículos de uso particular poseían limpiadores de parabrisas mecánicos, rediseñados por los propios fabricantes de automóviles en base a la patente de Mary Anderson. Aunque nunca se reconoció su logro, en 1917 fue otra mujer, Charlotte Bridgwood, la que inventó el primer limpiaparabrisas eléctrico.